Este conjunto museístico
tiene su origen en la colección privada de esculturas antiguas que pertenecía
al papa Julio II (1503-1513). El espíritu renacentista que inundaba el siglo
XVI provocó una explosión en el afán coleccionista, acrecentado por la llegada
al poder de este papa, gran amante de la antigüedad, y de la escultura clásica
especialmente, el cuál aumentó notablemente la demanda en el mercado artístico.
Continuó con la arraiga
tradición papal de coleccionar grandes obras que se encontraban en el mercado
del arte. Pero fue el primero en pensar la colección para ser exhibida, estableciendo
la creación, dentro del Vaticano, de áreas para exponer los objetos artísticos de
la colección papal. Donato Bramante fue el encargado de llevar a cabo la construcción
de una serie de edificios que albergarían dicha colección. En uno de los patios
de estos edificios, el conocido como el Patio del Belvedere, hoy llamado Patio
Octógono, Julio II colocó una de sus piezas más preciadas, el Apolo que hasta
entonces había estado en los jardines de su palacio de San Pietro in Vincoli.
Poco después adquirió el Laocoonte y lo
añadió a la colección, colocándolo en el patio, junto al Apolo.
Sección del actual Patio Octógono. |
Los primeros trabajos
de remodelación y de construcción de nuevas instalaciones comenzaron a
principios de 1771, encargados al arquitecto Alessandro Dori, el cual escogió
el área que ocupaba el Palacete del Belvedere. Este arquitecto murió en 1772
antes de poder concluir su obra. Michelangelo Simonetti tomó el relevo de las
obras, terminando en 1773 el patio octogonal, con la colocación de un pórtico
que protegiera las obras maestras de la colección vaticana. Una arquitectura
pensada para la exaltación de las esculturas clásicas.
A la muerte de Clemente
XIV en 1774, los trabajos de construcción no se frenaron, ya que fueron
continuados por su sucesor, el papa Pio VI (1775-1799), el cual solicitó a
Simonetti la ampliación del proyecto original, finalizando las obras en 1791. Este
primer museo vaticano lleva el nombre de sus dos promotores, conocido como
Museo Pio-Clementino.
Vista exterior del conjunto de los museos vaticanos. |
Para finalizar, destacar otra serie
de estancias del Vaticano, originalmente privadas, que pasaron a formar parte del plan museográfico, como
las habitaciones del papa Julio II, la Capilla Nicolina o la Capilla Sixtina. Las
obras de arte que en ellas se encuentran, actualmente son parte fundamental del
discurso museológico de los Museos Vaticanos.
Bibliografía
BELDA, C., MARÍN, M. T. 2006. La Museología y la Historia del Arte. Murcia :
Universidad de Murcia, 2006.
PAOLETTI, J. T.,
RADKE, G.M. 2002. El arte en la
Italia del Renacimiento. Madrid : Akal, 2002.
Fdo.: Nerea Barquin Arbeiza
Fdo.: Nerea Barquin Arbeiza
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