sábado, 12 de marzo de 2016

La Piedra Rosetta, la llave que abrió la puerta hacia el conocimiento de Egipto.



Para concluir con las primeras publicaciones relacionadas con el Museo Británico, hablaremos de la Piedra Rosetta. La pieza más visitada del museo londinense. Considerada como uno de los hallazgos más importantes de la historia de la humanidad, por tratarse de una inscripción trilingüe que fue la encargada de desvelar al mundo los misterios que rodeaban al Antiguo Egipto. Tras ella fueron al menos diecisiete las losas con inscripciones encontradas, pero la hallada en la ciudad de Rosetta siempre tendrá el privilegio de haber sido la primera.

La Piedra Rosetta está fechada en el año 196 a.C., en Menfis, antigua capital sagrada de Egipto. El país se encontraba gobernado por la dinastía Ptolemaica, desde que Alejandro Magno a su muerte repartiera su imperio entre sus generales griegos, en el 332 a. C. La losa contiene un decreto redactado en tiempos del joven gobernante Ptolomeo V, el cual heredó de su padre un país en crisis, sumido en constantes rebeliones. El decreto fue proclamado para fortalecer la figura de Ptolomeo V en el trono, con la colaboración de los sacerdotes egipcios, a los cuales les concedió una serie de beneficios, y estos a su vez reafirmaron el poder del nuevo gobernante. 

El texto fue grabado por triplicado, en tres alfabetos distintos, jeroglíficos egipcios, empleados únicamente por los sacerdotes, egipcio antiguo (llamado demótico) de uso cotidiano y griego antiguo, empleado por los dirigentes y la administración. La losa de piedra encontrada formaría parte de una estela de mayores dimensiones. Inicialmente colocada en el templo de Sais, en el Delta del Nilo, de donde fue trasladada, puede que en época de dominación bizantina, a la ciudad de Rashid, como material de construcción para formar parte del muro de una fortaleza.

En estas condiciones fue editado el decreto de Menfis, y desde ese momento la piedra ha pasado desapercibida alrededor de 2000 años, viendo pasar ante sí numerosas invasiones y gobernantes extranjeros, sin que nadie reparara en ella ni supiera leerla (el conocimiento de cómo leer jeroglíficos se perdió hacia el s. IV d.C.).

 Detalle de la Piedra Rosetta, parte superior jeroglíficos egipcios, parte inferior egipcio demótico.

Pero hablemos del descubrimiento, sin el cual nada sabríamos acerca de lo que dicta el decreto, ni de su contexto.

Llegado el año 1799, el ejército francés de Napoleón se encontraba en una campaña en Egipto. En julio de ese mismo año un grupo de militares se desplazó a la ciudad de Rishad (conocida por los franceses como Rosetta), situada en la costa, a 65km de la ciudad de Alejandria. Mientras los soldados se encontraban reforzando una antigua fortaleza egipcia, uno de ellos se topó con una piedra negra de grandes dimensiones (760 kilos para ser exactos), perfectamente pulida por una de sus caras y completamente escrita.
                        
Al ejército francés le acompañaba en su campaña un nutrido grupo de científicos, encargados de realizar un completo estudio sobre Egipto, ya que Napoleón, como buen hombre de su época, era un apasionado del mundo antiguo, en general, y de Egipto, en particular. Esto hizo que enseguida se dieran cuenta de la importancia de su hallazgo.  La piedra fue llevada al Instituto de Egipto de El Cairo, fundado en el año 1798. Allí comenzaron los estudios, pero no sería hasta veinte años después cuando se descifraría definitivamente.

La Piedra Rosetta estaba pensada para ir a París, pero esto nunca pasó. Tras la derrota francesa por parte del ejército de Nelson, la piedra acabó en manos inglesas, en las cuales aún permanece, pese a las reclamaciones por parte del gobierno egipcio. Desde 1802 se expone en el extremo sur de la Galería de Egipto del Museo Británico.

La Piedra Rosetta en el Museo Británico.
                                          
Las arduas investigaciones de los eruditos del s.XIX dieron sus frutos. Fueron muchos los que dedicaron su tiempo al estudio de la piedra, pero destacaremos a dos de ellos por sus descubrimientos clave. En primer lugar Thomas Young, físico inglés, que mediante el conocimiento del griego antiguo aprecio nombres propios en los jeroglíficos egipcios. Y en segundo lugar, Jean François Champollion, un lingüista e historiador francés, el que realmente es considerado el descifrador de la piedra Rosetta, ya que consiguió traducir todo el decreto (en torno al año 1820), basándose en los descubrimientos previos de Young. Gracias a ambos, se sentaron las bases para el entendimiento del Antiguo Egipto, abriendo las puertas para el nacimiento de un nuevo campo científico, la egiptología.

Bibliografía


Budge, E. A. Wallis. The Rosetta stone . British Museum, 1950.
MacGregor, N. La historia del mundo en 100 objetos. Barcelona: DEBATE, 2012.
Shaw, I. Historia del Antiguo Egipto. Parra Ortiz, J.M., (Traduc.) Madrid: La Esfera de los Libros, S.L., 2007.



Fdo.: Nerea Barquin Arbeiza

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